En la Mirada Política de Fer Vázquez-Nájera: “La pedrada a la CNDH”

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Por Fernando Vázquez Nájera*

La pedrada a la CNDH

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) es una institución que ha costado mucho trabajo construir, nada sencillo viniendo de la herencia política del autoritarismo, la secrecía y la impunidad que tanto daño hicieron durante décadas a amplios sectores de la sociedad, sin que se contará con una acción alternativa que diera cuenta del papel de las instituciones del Estado en oposición al ejercicio de diversos derechos englobados ahora en el concepto “derechos humanos”.

La CNDH no siempre ha sido lo que es ahora: un órgano constitucionalmente autónomo. Primero fue una Dirección General de Derechos Humanos al interior de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) (1989), después, por decreto presidencial, nació la Comisión Nacional de Derechos Humanos, pero era un órgano desconcentrado de la misma SEGOB. Para 1992 la CNDH fue elevada a rango constitucional bajo la naturaleza jurídica de un organismo descentralizado y hasta 1999 adquirió la autonomía de gestión y presupuestaria, además del nombre completo que ahora tiene.

Por lo tanto, el proceso para elegir a la persona titular de la CNDH debió ser cuidado al extremo, para mantener el prestigio y la condición de independencia respecto al poder político, que es lo que permite un desempeño profesional y objetivo real. Tan importante es dicho proceso de elección que por disposición constitucional y de ley, no participa el Ejecutivo Federal y sí el Senado de la República, con participación, en determinado momento, de un consejo ciudadano que conoce y depura la lista de aspirantes.

Cuando el Presidente López Obrador delineó lo que a su juicio debiera ser el perfil del nuevo titular de la CNDH, dejó claro su desprecio por un perfil “académico, preparado en las mejores universidades nacionales o extranjeras” y preferir a “una víctima directa” sin importar su capacidad o preparación. Tal visión no es nueva viniendo del Presidente, pero hoy como en los tiempos del PRI, la palabra presidencial se vuelve orden suprema y había que acatarla. Con eso en mente, la mayoría de MORENA y sus aliados impulsaron en el Senado la candidatura de Rosario Piedra Ibarra para presidir la CNDH, y lo hicieron con toda la fuerza política y las mañas que varios de sus integrantes practican.

Se requirió de tres votaciones de la misma terna, algo que de suyo se puede considerar apartado de la legalidad, y en la tercera se produjo un desaseo en la contabilidad final que necesitaba el voto aprobatorio de dos terceras partes de los miembros presentes del Senado. Fue tal el problema que se consideró, o quizá nunca fue así en verdad, repetir la tercera votación para alejar cualquier duda de la elección de Rosario Piedra, pero eso no ocurrió. Como en los tiempos del diputado priísta Humberto “Roque” Villanueva, el partido en el poder y sus aliados maniobraron al ver que no lograrían los votos necesarios en una cuarta votación. Y lo festejaron.

La madre de la ahora titular de la CNDH, Rosario Ibarra, había dado una lección días antes al no rechazar la medalla Belisario Domínguez que otorga el Senado, pero devolviéndola al Ejecutivo en calidad de custodia hasta saber la verdad sobre su hijo desaparecido en la década de los años setenta. Esa actitud pudo haber sido emulada por su hija y rechazar la titularidad de la CNDH hasta contar con la plena legitimidad de una votación sin mancha, en favor de ella. Pero eso no ocurrió.

Como en otros casos de la 4T, la CNDH podrá cambiar de nombre y de visión, pero no necesariamente será para bien. Las instituciones deben aprovechar la experiencia del capital humano que se expresa en capacidad y conocimiento del ejercicio de sus funciones. Grave sería que ocurriera, como en la administración federal, un despido generalizado del personal de la CNDH, para comenzar de cero creyendo que eso resuelve algunos vicios o deficiencias. Grave que la titular de la CNDH considere que su elección, su militancia en MORENA y su limitado conocimiento del amplio espectro de los derechos humanos, no sean un problema.

*Analista político.

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