En la Mirada Política de Fer Vázquez-Nájera: “Los culpables del desastre en Culiacán”

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Por Fernando Vázquez Nájera *

Los culpables del desastre en Culiacán

El general Secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González, lo dijo con todas sus letras la mañana del pasado viernes 18, el operativo del día anterior en Culiacán fue una “acción precipitada y mal planeada”. Precisó el propósito de la operación fallida. Se trató de “una acción directa para la captura de un presunto delincuente al contar con orden de aprehensión provisional con fines de extradición emitida por un juez federal.” Nada de un “patrullaje de rutina” como había dicho un día antes Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).

El propósito era la captura de uno de los hijos del “Chapo” Guzmán, Ovidio Guzmán, para una pronta extradición a los Estados Unidos. Por lo tanto, y como lo confirmó el general Secretario Sandoval, “el grupo responsable de esta acción fue personal de la policía ministerial”, que “en un afán de obtener resultados positivos, actuó de manera precipitada con deficiente planeación, así como falta de previsión sobre las consecuencias de la intervención, omitiendo además obtener el consenso de sus mandos superiores”.

Fueron elementos de la Policía Federal Ministerial los que encabezaron, con dos vehículos blindados, el convoy de diez vehículos que fueron hasta el lugar donde se encontraba Ovidio Guzmán para detenerlo. Completaban el operativo personal de la Guardia Nacional. La Policía Federal Ministerial está adscrita a la Coordinación de Métodos de Investigación de la Fiscalía General de la República (FGR). Así es desde el pasado 7 de marzo en que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo firmado por el titular de la Fiscalía, Alejandro Gertz Manero.

Los policías ministeriales tenían orden de aprehensión contra Ovidio Guzman, pero no tenían orden de cateo para ingresar al inmueble donde él se encontraba. Tenían que esperarla. Por tanto, ni pudieron entrar a la casa (lo que habría roto el debido proceso), ni obtuvieron su rendición, con lo que hubieran podido llevárselo del lugar. Como consecuencia, los policías ministeriales y los efectivos de la Guardia Nacional fueron rodeados rápidamente por decenas de gente fuertemente armada al servicio del Cártel de Sinaloa, con el despliegue y consecuencias que ya conocemos.

Ante estos hechos, resulta difícil pensar que Alfonso Durazo y Alejandro Gertz, titulares de la SSPC y la FGR, respectivamente, no conocieran el objetivo y detalle de lo que sus efectivos harían el jueves 17 a media tarde en Culiacán. La reacción adusta, por decir lo menos, la noche del jueves y las palabras del General Sandoval González (SEDENA) el viernes por la mañana, llevan a pensar que el ejército fue informado cuando se le pidió ayuda para mandar refuerzos ante la situación de inmovilidad y vulnerabilidad del convoy de policías ministeriales y Guardia Nacional.

Lo que comenzó como el día donde el Ejército Mexicano prometía al Presidente construir en dos años el aeropuerto “Felipe Ángeles” en la base aérea de Santa Lucía, terminó en la noche como la mayor vergüenza de la Fuerzas Armadas en la historia reciente de México. Quizá lo peor para la tropa, los mandos, oficiales e incluso el General Secretario, es que su imagen fue manchada no precisamente por culpa del ejército, sino por otros mandos civiles que evidenciaron su inexperiencia e incapacidad. Sin embargo, el Presidente exoneró a los responsables al asumir la decisión de liberar a Ovidio Guzmán cuando él mismo tampoco estuvo enterado de los detalles porque durante su viaje a la ciudad de Oaxaca, en un vuelo comercial, se encontraba incomunicado sin poder tomar las decisiones directamente.

*Analista político.

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