“2019 Culiacán como punto de inflexión” Por Fer Vázquez-Nájera

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Por Fernando Vázquez Nájera*

2019 Culiacán como punto de inflexión

En 2019 presenciamos un conjunto de actos y acciones que dejan ver con bastante claridad lo que Daniel Cosío Villegas llamó el “estilo personal de gobernar”. El año que termina fue el comienzo de lo que el Presidente López Obrador denominó la Cuarta Transformación. La promesa de un cambio real después de dos alternancias que fallaron en hacer de México un país con crecimiento económico, con menor desigualdad social y, sin duda, menos violento. Hasta ahora sí se ha puesto en marcha un cambio, el rumbo que tome éste en el resto del sexenio sigue siendo algo incierto.

A lo largo de 2019 presenciamos la implementación de la nueva estrategia contra el crimen organizado, o como se denominó en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 “un cambio de paradigma en materia de seguridad nacional y seguridad pública”. Dicho cambio de paradigma aún no muestra la eficacia prometida y bien puede considerarse como el gran fracaso de este año que termina. El ciclo de violencia que efectivamente heredó el gobierno de López Obrador está lejos de revertirse a pesar del despliegue de la Guardia Nacional en el país. El símbolo del fracaso de esa estrategia es, sin duda, el fallido operativo para detener a Ovidio Guzmán, el hijo del “Chapo” Guzmán. Hasta la persona más seguidora de AMLO reconoce el gran error que significó ese desastre en Culiacán, de inicio a fin.

Desde días antes del inicio de su mandato como presidente, López Obrador selló su pacto con las Fuerzas Armadas. En un pletórico evento con los soldados y sus familias, el aún presidente electo prometió un apoyo firme y constante a los integrantes del Ejército y la Armada de México. Ya como presidente cumplió su palabra y no ha dejado de respaldar al “pueblo con uniforme” como gusta llamarlos. Pero después del “Culiacanazo” el apoyo inverso, es decir, el de la tropa y sus familias hacía el Presidente comenzó a cuestionarse. No en balde en redes sociales se cuestionó de inmediato la seguridad de las familias de los militares y hoy se comenta, como trágico ejemplo, la persecución y asesinato de policías en activo en el estado de Guanajuato que son “levantados” con todo y familiares.

La cifra final de homicidios dolosos en 2019 alcanzará los 34 mil casos y con ello no se percibe el tan mencionado “punto de inflexión” que ha repetido el secretario Alfonso Durazo. Las mujeres asesinadas este año rondan los tres mil casos y de ellos casi mil se consideran feminicidios, por ello se entiende el nivel de hartazgo de millones de mujeres cansadas de los distintos tipos de violencia que reciben de día y de noche, dentro y fuera de sus hogares, siendo victimas permanentes de una mirada, un manoseo, una voz insultante, un puño, una golpiza, una violación o el homicidio. Las cifras son menos frías que los cuerpos inertes de los miles de personas que murieron este año a causa de las distintas expresiones de violencia con que queda marcado nuestro dolido México.

Si el cambio de paradigma en materia de seguridad significa también un medio para ocultar información gubernamental, entonces el gobierno de la 4T lo está haciendo muy bien. Bajo el amparo de vulnerar o poner en riesgo la seguridad nacional, se ha puesto en reserva diversa información que debiera ser pública, por ejemplo, el mismo Presidente Obrador reconoció que en lo referente al aeropuerto de Santa Lucía sí se utilizó el pretexto de la seguridad nacional, pero salvar el tema de los amparos que detenían el inicio de las obras, por cierto, iniciadas el mismo día del operativo en Culiacán. Otros ejemplos son la reserva de información del viaje en avión que trajo a México al expresidente de Bolivia, Evo Morales; y, claro, todo lo relacionado con el operativo para la detención de Ovidio Guzmán en Sinaloa.

El estilo personal de gobernar de López Obrador descansa en un sólido acuerdo con la cúpula militar, (por supuesto también con la cúpula empresarial, pero de ello escribiré en otro momento) ahí descansa un pilar de apoyo muy importante del Presidente. En efecto, las instituciones de las Fuerzas Armadas, es decir el Ejército y la Marina, seguirán en las calles combatiendo el crimen organizado, nutren, además, la naciente Guardia Nacional y son estas fuerzas las que darán cuentas positivas o negativas al Jefe Militar que es el Presidente, pero sobre todo fortalecerán o menguarán la hasta ahora buena imagen que tienen ante la mayoría de la sociedad mexicana. Por lo pronto, en el 2019, en materia de seguridad pública el cambio aún no tiene un sentido positivo o negativo del todo claro. Unos apoyan, otros denuestan y otros más intentamos realizar una crítica constructiva. Que el 2020 sea un mejor año para todas y todos.

 

*Analista político.

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