Mirada Política
Por Fernando Vázquez Nájera *
El desastre popular de Evo Morales
Para entender lo que hoy ocurre en Bolivia hay que dejar claras algunas cosas. Apenas el 20 de octubre pasado se celebraron elecciones parlamentarias y de presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. En esas elecciones el candidato más votado fue Evo Morales. Pero lo que desató la crisis fue que el sistema electoral del país andino contempla que, si el candidato triunfador obtiene más del 40% de los votos y una ventaja sobre el segundo lugar de 10% o más, entonces no es necesario realizar una segunda vuelta. Lo que estaba en duda es que Evo Morales haya obtenido una ventaja de más del 10% sobre el candidato opositor, Carlos Mesa, ya que el conteo de los votos fue suspendido y después de reanudado arrojaba cifras a favor de Evo. La oposición acusó de fraude electoral.
La noche del domingo 20 de octubre, el sistema de conteo provisional oficial (conteo rápido le llamamos en México) suspendió la captura y transmisión de datos electorales cuando se llevaba contabilizado un 83.76 % de las casillas y los resultados eran 45.28 % para Evo Morales y 38.16 % para Carlos Mesa, es decir, menos de 10%, lo que apuntaba a la necesidad de realizar una segunda vuelta. Al día siguiente, cuando se reanudo el conteo, las cifras indicaban que sí se superaría el 10% necesario para declarar presidente electo, quedando las cifras oficiales en 47.08% para Evo y 36.51 para Carlos. Las calles explotaron con protestas de los opositores al gobierno acusándolos de cometer un fraude a través del Tribunal Supremo Electoral boliviano.
Pero los agravios a la democracia vienen de más atrás. El 21 de febrero de 2016 se realizó un referéndum constitucional para avalar o no la reforma al artículo 168 de la Constitución de Bolivia, para permitir que el presidente y vicepresidente fueran reelectos dos veces de manera continua (es decir, un primer mandato más dos reelecciones). El NO triunfó con el 51. 3% de los votos sobre el SI que obtuvo el 48.7%. Bolivia ya estaba dividida con este resultado. No obstante, el 28 de noviembre de 2017, el Tribunal Constitucional falló a favor de la reelección indefinida, de ahí que Evo Morales pudo postularse nuevamente en 2019.
Evo Morales, de 60 años recién cumplidos, consiguió acceder al poder al triunfar en las elecciones del 18 de diciembre de 2005 al obtener casi el 54% de los votos, postulado por su partido el Movimiento al Socialismo. Su mandato comenzó el 22 de enero de 2006. Ese mismo año se redactó una nueva Constitución que estableció el periodo del presidente en cinco años con la posibilidad de una reelección, situación que ocurrió en las elecciones de diciembre de 2009 donde Evo Morales ganó con el 64.22 % de los votos.
La trampa que avaló el Tribunal Constitucional boliviano fue considerar el segundo mandato de Evo como si fuera el primero, ya que la nueva Constitución se promulgó en 2006 durante el primer periodo presidencial. De este modo, Evo Molares pudo contender por un tercer periodo, aunque las cifras de Evo decían que era el segundo periodo. ¿Les resulta familiar eso de las “otras cifras”? En las elecciones de 2014, Evo Morales triunfó con el 63.36% de los votos.
De haberse consumado el triunfo de Evo Morales sin necesidad de segunda vuelta, hubiera comenzado un cuarto mandato que iría de 2020 a 2025. La crisis política que ocurre en estos momentos en Bolivia se gesta en la ambición de poder con respaldo popular, pero con escasos contrapesos institucionales. Lo que pedía Evo los tribunales se lo concedían. De ahí que se pueda entender, sin justificar, la persecución contra diversos funcionarios, magistrados y servidores públicos del gobierno hoy en desgracia.
Lo que debió ocurrir en Bolivia desde un principio era respetar el estado de derecho y no hacer leyes y reformas a modo (¿otra vez algo familiar?), pero en esta coyuntura específica se pudo haber encontrado el modo de rectificar el conteo de votos y hacer una segunda vuelta electoral con las reglas democráticas vigentes. Pero el desastre ya estaba andando y lo que hoy tenemos es un golpe de Estado.
*Analista político.