Columna: De Aquí para Allá

Opinión

El huachicol evidenció varias cosas y confirmó otras.

Por Roberto Acevedo Acosta

El país se ha cimbrado con el tema del combate al robo de combustible o conocido popularmente como huachicol. A escasas semanas de haber iniciado el gobierno de López Obrador abrió un frente,  no está  claro hasta donde eran las intenciones de ésta medida, pero en cuestión de días la sociedad mexicana se ha partido en dos: quienes critican la estrategia y quienes la apoyan.

En este asunto del robo de combustible hay varios hilos pero el principal apunta a la corrupción al interior de la poderosa petrolera mexicana que es la matriz  del problema. No hay que ser un erudito  para atar cabos y entender que el mayor huchicolero está, o estuvo, dentro de Petroleos Mexicanos (PEMEX).  Solo gente con capacidades técnicas muy específicas e información privilegiada, pudieron saber de la extracción, lugares y distribución del combustible al grado que el robo del mismo no representara ningún problema, garantizando un alto nivel de impunidad.

Tengo la sensación que el robo al interior de la paraestatal es un asunto de años y a pesar de que hasta el momento  no hay datos duros, por parte de las autoridades sobre la autoría del robo, solo se dice que hay investigaciones, sin profundizar en los detalles, la especulación sobre quiénes pudieran ser los reponsables abarca a todos.  Desde gobiernos anteriores, pasando por el sindicato, directivos, ex funcionarios de la paraestatal y empleados. No se sabe mucho sobre hacia dónde van las investigaciones pero a nadie le sorprendería saber que el robo fue para financiar, desde campañas políticas hasta lo impensable, además de enriquecer a los funcionarios en turno que controlaban varios aspectos de PEMEX,  como es el caso del General, Eduardo León Trawitz,  hasta ahora el único nombre de cierto nivel que se está investigando públicamente; el señalado fue jefe de escoltas durante la gestión de Enrique Peña Nieto como gobernador del Estado de México y a la postre como premio a su lealtad o como pieza clave para operar los intereses de un grupo o persona, fue puesto como jefe de seguridad de las instalaciones de la petrolera a nivel nacional. Solo por el grado de responsabilidad  de este personaje se entiende el por qué de la investigación, pero seria muy ingenuo pensar que el “operaba solo” ya que el robo de combustible no es solo llegar, abrir y sacar.

Súmele que se tiene que transportar y almacenar en el entendido que el robo que tiene, o tuvo, su origen en PEMEX no iba a dar a puestos callejeros sino a sus propios clientes: transportistas, empresas y concesionarios de gasolineras a precios más bajos que los que había en el mercado.

¿Por qué señalar a la gente de PEMEX en primera instancia? de entrada se tiene que tener un conocimiento técnico para saber a la velocidad que viaja el combustible, las condiciones en las que viaja, los horarios que fluye, medidas  mínimas de seguridad y equipo para la extracción y ese tipo de información  al parecer solo la manejaban unos cuantos dentro de la paraestatal; y esos cuantos a su vez debieron tener equipos de trabajos con los que compartieron la información. No se sabe si existen investigaciones de pasadas administraciones sobre el robo al interior de Pemex en el caso  de sustracción de ductos o de cualquier otra modalidad. Lo que seguramente si hay son leyendas urbanas que solo se conocían de consumo interno entre empleados, o al menos eso se creía.

El término huachicol relativamente es nuevo entre la mayoría de los mexicanos. Seguramente fue utilizado por la prensa para darle ese toque que hace que la gente volteé a mirar la noticia. No son muchos los años que se empezó a mencionar y a señalar  a vecinos de pueblos localizados en zonas poco conocidas como los responsables del delito.  A ellos se les empezó a llamar  “huachicoleros”.  Sin embargo algo pasó que la información clave que solo la manejaban unos cuantos  saltó de las oficinas de PEMEX a la calle y con ello  “ a río revuelto ganancia de pescadores”.

Hay quien dice que los huachicoleros son parte de una estrategia, muy maquiavélica por parte de la gente de PEMEX para disfrazar el robo de combustible  al atribuírselo a particulares  y con eso desviar la atención.

Hay quien dice que al crimen organizado le dieron el “pitazo” de cómo hacer negocio y estos se fueron con todo para tener un pedazo del pastel.

Hay quien dice que los huachicoleros son gente de campo, de escasa preparación técnica que se las ingeniaron   poder ordeñar un ducto en una localidad remota con herramienta básica y luego venderlo al mejor postor.  Lo que es una realidad es que el robo de combustible se fue a la calle y con ello se evidenció y popularizó el delito.

Al saltar a la fama los huachicoleros y ser noticia no le quedó de otra al gobierno de pasadas administraciones que “combatirlo”  con resultados muy pocos loables. Uno que otro decomiso, uno que otro detenido, siempre de perfil muy bajo. Pareciera que al aparato gubernamental con todos los recursos que tiene era superado ampliamente y por mucho. Obviamente el tema se convirtió  en parte de la agenda durante la pasada campaña electoral al grado que fue promesa presidencial su combate y erradicación.

Nadie, incluso los más feroces críticos del presidente López Obrador, le pueden reprochar su intención de acabar con el robo de combustibles pero en las formas y en la estrategia el Presidente se está jugando muchas cosas. Si logra dar un golpe de autoridad  y consignar ante un juez a uno o varios “peces gordos” y con ello sentar un precedente que reduzca el robo de combustible, sin duda habrá  encontrado la pieza que necesita para pasar a la historia como el mandatario que luchó contra la corrupción.

Por el contrario, de no lograr un éxito con su actual estrategia de cerrar los ductos y reorganizar la distribución del combustible, lo que a dado pie a desabasto, en ciertas partes del país, el Presidente habrá dado un paso que difícilmente lo podrá revertir y será su sombra por lo que resta de su administración.

Muchos analistas ven en estas acciones de López Obrador un desgaste y riesgo innecesario a escasos dos meses de su gestión. Piensan que lo pudo haber hecho de otra manera sin la afectación que están viviendo miles de personas. Todavía no está claro los alcances y repercusiones por estas medidas, pero el Presidente optó por querer hacerlo así, y con la suya hasta el final.

Lo dicho. Se está jugando mucho de su capital político. O dicho en otras palabras, quiere dar un knock-out en los primeros minutos del primer round.

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